miércoles, 28 de abril de 2010
Piruletas
Un chupetín, chupeta, chupete, loli, paleta de caramelo, paleta de dulce, palidulce, piruleta son los nombres que recibe en español el caramelo plano, de distintas formas, colores y sabores, con un palito que sirve de mango.
En España, las piruletas más habituales son rojas, con sabor a fresa y de forma circular o de corazón.
martes, 27 de abril de 2010
Torrijas
La torrija es un dulce típico de las celebraciones de Carnaval, Cuaresma y Semana Santa. Consiste en una rebanada de pan (habitualmente de varios días) que es empapada en leche o vino y, tras ser rebozada en huevo, es frita en una sartén con aceite; finalmente, se aromatiza, a gusto, con diversos ingredientes: canela o algún licor, y se endulza con miel, almíbar o azúcar. Es un alimento de origen humilde que satura pronto al comensal y le mantiene aliviado de la necesidad de probar algún otro plato de carne (alimento sujeto a abstinencia en la cuaresma).
Preparación:
Se utiliza pan en rebanadas. Las rebanadas deben ser de un grosor no superior a 2 cm. Se prefiere pan casero o de campo de un día o dos antes de preparar las torrijas ya que absorbe mejor la leche. Se cuece leche (medio litro, para una barra de pan de 250 g) con azúcar (125 g), una rama de canela, y una corteza de limón. Se vierte la leche caliente sobre las rebanadas de pan hasta que se remojen suficientemente. Posteriormente se rebozan las rebanadas en huevo batido y después se van friendo en aceite (de preferencia de oliva) en una sartén muy caliente. Un truco para evitar que se produzca demasiada espuma es echar en la sartén un clavo metálico. Se van friendo las rebanadas hasta que se doran por ambos lados. Se tiene preparado un jarabe caliente hecho con medio litro de agua, 125 g de azúcar, una cucharada de miel y una cucharada de vino blanco dulce (tipo moscatel, Málaga, algunos utilizan en su lugar licor tipo anís, etcétera). Este jarabe se prepara cociendo esos ingredientes previamente. A medida que se sacan de la sartén se pasan al recipiente con el jarabe y después se pasan a otra bandeja. Si se quiere se puede espolvorear azúcar glas por encima.
Preparación:
Se utiliza pan en rebanadas. Las rebanadas deben ser de un grosor no superior a 2 cm. Se prefiere pan casero o de campo de un día o dos antes de preparar las torrijas ya que absorbe mejor la leche. Se cuece leche (medio litro, para una barra de pan de 250 g) con azúcar (125 g), una rama de canela, y una corteza de limón. Se vierte la leche caliente sobre las rebanadas de pan hasta que se remojen suficientemente. Posteriormente se rebozan las rebanadas en huevo batido y después se van friendo en aceite (de preferencia de oliva) en una sartén muy caliente. Un truco para evitar que se produzca demasiada espuma es echar en la sartén un clavo metálico. Se van friendo las rebanadas hasta que se doran por ambos lados. Se tiene preparado un jarabe caliente hecho con medio litro de agua, 125 g de azúcar, una cucharada de miel y una cucharada de vino blanco dulce (tipo moscatel, Málaga, algunos utilizan en su lugar licor tipo anís, etcétera). Este jarabe se prepara cociendo esos ingredientes previamente. A medida que se sacan de la sartén se pasan al recipiente con el jarabe y después se pasan a otra bandeja. Si se quiere se puede espolvorear azúcar glas por encima.
sábado, 24 de abril de 2010
CHUCHERIAS, ¿CALORIAS VACIAS?
Muchas veces se dice que las chucherías son calorías vacías, pues aportan calorías pero ningún nutriente. Dentro del término chucherías suelen incluirse golosinas, dulces como chocolates y bombones, aperitivos, bollos envasados… Sin embargo, en este post nos centraremos en las golosinas: caramelos, chicles, piruletas, regalices… Esos productos que nos volvían locos de niños y que, aún de mayores, continúan tentándonos.
Se dice que son calorías vacías porque su aporte nutritivo es prácticamente nulo. El problema no es tanto la cantidad de calorías que aportan como el hecho de que, al no tener nutrientes, haya que compensar esta falta de aporte nutritivo con otros alimentos. Esto puede provocar que al aumentar el consumo de alimentos, las calorías totales ingeridas al finalizar el día resulte excesiva.
La chucherías están constituidas principalmente por azúcares simples (fructosa, glucosa y sacarosa) de rápida asimilación, aditivos y colorantes artificiales, que le proporcionan esos vistosos colores. Los azúcares simples, al metabolizarse, se transforman en glucosa, que es la principal fuente de energía de nuestro organismo. La glucosa que no es utilizada por el cuerpo para realizar las funciones vitales se transforma en glucógeno y se almacena en el hígado y los músculos, como reserva por si hay una necesidad extra de energía (como en el caso de deportistas de alta intensidad). Pero si el consumo de azúcares es excesivo y se superan los límites de almacenamiento posibles, el exceso de glucosa se transforma en grasa en el tejido adiposo. En niveles excesivos, esta situación conduce a obesidad, algo especialmente peligroso en niños, que son los principales consumidores de golosinas.
Sin embargo, muchas gominolas contienen gelatina, que ya vimos hace unos días que es rica en proteínas, colágeno, aminoácidos y libre de colesterol, así que podría parecer que no todo son contraindicaciones. El problema es que, según los expertos, la cantidad de gelatina que contienen es bastante pequeña y de escasa calidad.
Podría pensarse que la opción “sin azúcar” es una buena alternativa, pero expertos aseguran que algunos de los sustitutos que se emplean tienen efectos aún más nocivos sobre el organismo, en especial por su efecto laxante. Sustancias como el sorbitol y el xilitol, tomadas en grandes cantidades, pueden provocar diarreas y dolores abdominales. Evitan, eso sí, la aparición de caries, otra de las consecuencias negativas del consumo de chucherías.
En definitiva, aunque el aporte nutritivo de las chucherías es casi nulo, no está prohibido comerlas de vez en cuando. Como en todo, el problema viene cuando se abusa.
martes, 20 de abril de 2010
Chucherias y golosinas
¿Qué son las chucherías?
Los hábitos alimentarios de la infancia y de la adolescencia se caracterizan por el
abuso en el consumo de chucherías o “chuches”, expresión coloquial con la que
aludimos a un conjunto de productos dulces y salados, de formas y sabores
diversos, de escaso o nulo interés nutricional y que se toman a cualquier hora del
día.
Para este fin de “comer entre horas” o “picotear” se pueden emplear diversos
grupos de alimentos con distintas características nutricionales, tales como:
• Golosinas y dulces (caramelos, gominolas, chicles,...): en su composición
predominan los azúcares y las grasas, además de los aditivos.
• Chocolates (bombones, huevos de pascua,...): cacao y azúcar, además de
leche, manteca y grasas. Cuando a estas barritas de chocolate y galleta se
asocian frutos secos y caramelo (“snacks”) su contenido calórico se dispara.
• Aperitivos (Patatas fritas, cortezas, frutos secos,...): grasas y aceites con
elevado valor calórico y exceso de sal.
• Batidos, yogures y helados: leche y aditivos, en el mejor de los casos.
• Zumos: pocas calorías, bastante azúcar y mucha vitamina C... pero siempre
es mejor la fruta entera (fibra).
• Bollos y galletas: hidratos de carbono y grasas (la mayoría de coco o
animales, que son grasas saturadas, es decir las que empeoran el colesterol
sanguíneo).
Los tres primeros grupos son los que más se ajustan al concepto de “chuches”,
siendo los más empleados por los niños españoles (en esto también influyen las
costumbres).
¿Se deben considerar alimentos?
Claro que sí. El diccionario de la Real Academia Española define chuchería como
“alimento corto y ligero, generalmente apetitoso”, mientras que golosina como
“manjar delicado, generalmente dulce, que sirve más para el gusto que para el
sustento” o “cosa más agradable que útil”. Son pues “alimentos vacíos”, calóricos
pero con escaso valor nutritivo.
Se deben cuantificar y tener en cuenta al realizar la encuesta dietética del niño.
Valgan como ejemplos que una bolsa de patatas fritas pequeña de 44 g tiene 250
calorías, una barrita de chocolate con galleta de 21 g tiene 110, 100 g de gominolas
360, ó 100 g de cacahuete pelado más de 600 calorías.
¿Pueden ser perjudiciales?
Su abuso puede tener consecuencias no deseables, favoreciendo:
• Inapetencia: el tomar a voluntad, sin ningún control, este tipo de
productos provoca falta de apetito cuando llega el momento de la comida
convencional. Sus calorías vacías provocan la saciedad suficiente.
• Caries: son en su mayoría azúcares refinados que favorecen el desarrollo de
los microorganismos que atacan la placa dentaria. No es posible mantener la
necesaria higiene dental cuando se están consumiendo estos productos en
cualquier momento del día.
• Alergia: los aditivos dan color, sabor y aroma que contribuyen a potenciar
su atractivo. Algunos pueden ser acumulables favoreciendo reacciones y
erupciones en la piel (urticarias o brotes de dermatitis atópica) o incluso
asma (colorantes azoicos).
• Obesidad: Son productos hipercalóricos. Si la cantidad de azúcares ingerida
sobrepasa los límites de almacenamiento, el exceso de glucosa en sangre se
transforma en grasa en el tejido adiposo. Además la instauración del hábito
del consumo de tentempiés sobre una ingesta diaria de calorías que ya es
apropiada, producirá un aumento de peso. Cada día es más frecuente ver en
nuestras consultas la evolución de preescolares “que no comen” hacia
escolares obesos, al coexistir una dieta “al gusto y sin horarios” con un
aumento del sedentarismo (deberes, televisión, videoconsolas, etc.). Debe
evitarse especialmente el creciente hábito de ver la televisión comiendo
simultáneamente algún tipo de chuchería.
• Atragantamientos: Probablemente es la urgencia con riesgo vital más
frecuente en la infancia... con el agravante de que muchas veces es
evitable. La comida es un acto que requiere su atención, evitando
distracciones: se debe procurar que el niño no corra, ría, llore o hable con
comida en la boca. Los frutos secos no se ofrecerán a menores de 4 años.
¿Se deben prohibir?
No, los niños deben hacer cosas de niños (sobre todo si sus amiguitos las comen).
Aunque resulte paradójico, pueden ser una buena excusa para “reforzarle” buenos
hábitos sobre los que poder realizar excepciones. Incluso pueden ser útiles para
incentivar el autocontrol del niño. Es mejor el “por haberte portado bien, este fin de
semana puedes tomar 2 chicles sin azúcar”, que el “si no lloras en el médico te doy
un chupa-chups”: el niño hará mal las cosas para que el padre “venga a negociar”.
Es preferible que los “refuerzos positivos” sean indirectos y por acciones pasadas.
Entonces, ¿cómo y cuándo tomarlas?
• Se deben pactar un número de golosinas máximo a la semana. No es
conveniente que todos los días se tomen: debe haber “días sin chuches” (la
mayoría) y “días con chuches” dentro de la semana, para que el niño
comprenda que son excepciones justificadas (un cumpleaños, fin de
semana, etc.).
• Procure diversificarlas (no todas las “chuches” son nutricionalmente
iguales) y distribuirlas para evitar sobrecargas puntuales de azúcares. Si
puede elegir, mejor las que pesan menos: con el mismo volumen o cantidad
(es lo que percibe el niño) ingerirá menos calorías.
• Evite el “picoteo continuo”: Se deben agrupar y tomarlas “como postre”
de una de las comidas. Mejor sentados a la mesa, evitando
atragantamientos.
• Y siempre después un buen cepillado dental.
• Y RECUERDE: NINGÚN NIÑO MENOR DE 4 AÑOS DEBE TOMAR FRUTOS
SECOS.
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